Los inversores extranjeros dan la espalda al mercado inmobiliario de Galicia

Las ventas a forasteros, que encadenan siete años consecutivos de crecimiento en España y que han triplicado su peso porcentual, sin embargo están polarizadas, ya que mientras que en Baleares y Canarias superan el tercio del total de las transacciones que se registran, en Galicia no alcanzan ni el 1 % de ellas. Es la única comunidad que no llega ni a ese umbral mínimo.

De hecho, los datos de la estadística registral muestran que los inversores extranjeros le dan la espalda al mercado inmobiliario gallego, que es el farolillo rojo del país. El pasado año solo el 0,79 % de las transacciones de viviendas (apenas 106 de las 13.475 ventas totales) las efectuaron foráneos, una tendencia prácticamente invariada en los últimos años. Por provincias, Pontevedra es la única que rebasa el 1 % de ventas a forasteros. En el extremo opuesto está Lugo, con el 0,45 %. Pero ¿por qué?

«Nadie nos conoce fuera»

La explicación al hecho de que el mercado gallego sea prácticamente invisible para los potenciales inversores extranjeros la da el presidente de la Federación Gallega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), Benito Iglesias: «Nadie nos conoce fuera de nuestras fronteras».

«En turismo estamos batiendo récords históricos, pero principalmente es nacional. Lo mismo nos ocurre en el plano inmobiliario: el sol y la playa se asocian a las islas, a las costas del sur o del levante, y eso es lo que buscan británicos, alemanes o rusos que vienen dispuestos a comprar segunda residencia», apunta.

El presidente de Fegein insiste en que «queda mucho recorrido que hacer, y nosotros hemos sido muy críticos con la nula política de vivienda de la Xunta, que en la última década ha sido errática y sin una línea clara. Que las Administraciones no hayan acompañado al sector inmobiliario también tiene que ver en la escasa proyección exterior que tiene la comunidad». Iglesias reclama la «implicación» de las Administraciones. «Tenemos que estar en las grandes ferias internacionales del sector, porque si no se nos ve, no existimos, como demuestran las estadísticas».

Portugal, Reino Unido y China

El informe de los registradores muestra que ese 1 % raspado de ventas foráneas en Galicia tienen como principales destinatarios a los vecinos portugueses (18,10 %), seguidos de los británicos y los chinos, ambos con el 5,71 %. Completan el listado de nacionalidades Estados Unidos, Venezuela, Argentina, Francia, Italia, Marruecos y Rumanía.

Iglesias recuerda que el mercado residencial -principalmente de apartamentos en la costa- se está recuperando y que el sector debe trabajar para atraer a la que siempre ha sido su clientela natural: principalmente, Madrid, Castilla y León y el País Vasco, junto con el norte de Portugal, «de Oporto hacia arriba». «Hay que asumir que al mercado ruso no le interesamos, pero sí al británico, al nórdico o al holandés», añade, subrayando que el 70 o 75 % del stock que aún queda en Galicia es vivienda residencial.

El presidente de la patronal inmobiliaria también destaca como elemento diferencial que explica las bajísimas ventas a extranjeros, además del factor turismo, el de la inmigración. «A diferencia de otras zonas, como Madrid, Cataluña, Andalucía o las islas, en Galicia la inmigración es residual, por lo que no han comprado vivienda», concluye.

Los casos gallegos de dación en pago no llegaron a los dos centenares el año pasado

El Anuario Inmobiliario 2016 confirma que el número de compraventa de viviendas se incrementó en todas las comunidades el pasado año, aunque de forma desigual. Así, en el conjunto del país se registraron casi 404.000 operaciones, casi un 13,9 % más que en el 2015, mostrando mayor dinamismo el mercado de segunda mano (creció el 18,5 %) que el de obra nueva (cayó un 3,2 %). Galicia replicó la tendencia, ya que registró 13.475 transacciones, aunque el incremento porcentual, del 6,83 %, fue casi la mitad que el estatal.

La estadística también muestra un intenso descenso de los impagos hipotecarios. En el 2016 en la comunidad se registraron 186 daciones en pago -la entrega al banco de la vivienda al no poder pagar la hipoteca-, lo que se traduce en un descenso interanual del 30,6 %, de nuevo con una tendencia casi idéntica a la de la media española, donde el número de daciones (8.549 en total) se redujo un 32,2 %.

Junto con las daciones en pago, también cayeron drásticamente las certificaciones por ejecución de hipotecas (el procedimiento que inicia el banco para proceder al desalojo del propietario moroso), que en la comunidad se redujeron a la mitad (573 en el 2016) respecto al año anterior.

Otro de los aspectos llamativos del mercado inmobiliario durante el pasado ejercicio es que, por ejemplo, desde el 2007, antes del estallido de la crisis, se ha doblado el tiempo de posesión de las viviendas, que ha pasado de 7 años y tres meses a 13 años y cuatro meses debido a las dificultades para vender.